¡Lo que me inspira!

domingo, 17 de abril de 2011

Secretos de la vida


La vida radica en la lobreguez de su cotidianeidad…

¿Qué es la vida?
¿Cómo definirla?
¿En qué momento empieza?
¿Cuándo es que termina?

La vida es un viaje a través de un rio de aguas complejas. Este recorrido tiene corrientes apacibles y en momentos casi estáticas, pero alberga remolinos despiadados, caídas impresionantes y rápidos capases de destrozar la endeble balsa sobre la que le surcamos.

Podemos realizar esta travesía a través de la vida, gracias a un cuerpo, una imagen palpable, una entidad con características propias, inigualables y en toda su extensión repleto de belleza y perfección.

Miles de letras se han escrito, pilas de ideas se acumulan en la oscuridad de libros, y miles más desaparecen sin ver la luz en la timidez de sus progenitores. No puedes definir lo que por naturaleza no puedes comprender, puedes describir, robar de lo visible las propiedades y acomodarlas para crear desteñidas respuestas.

Sólo podemos expresar que la vida es una fuerza, un tiempo, un milagro. La perfección de la creación no tiene definición…

Somos viajeros que comienzan su recorrido mucho antes de lo que nuestra imaginación nos lo permite, una parte de mi ser vivió en mis padres, esa misma parte vivió en mis abuelos, de forma idéntica se repitió al vivir en mis bisabuelos, y de forma increíble vivió en las manos del arquitecto supremo de este mundo.

 La locura de vivir, descansa en nuestra piel, en el olfato, en nuestros ojos, nuestro oído, nuestro paladar: frio, calor, viento, lluvia, caricias, golpes, besos, sabores, texturas, sonidos…  ¡Que maravilloso colaje! Cofre colmado de variedades  e imposible de encasillar o limitar.

La pureza de la vida radica en sus alegrías, en las sonrisas que otorgamos al viento cual semillas de diente de león, y engalanan nuestra imagen con la mejor prenda.

 La maravilla del vivir radica en el dolor, ese que nos desgarra y produce heridas profundas que al cicatrizar nos otorgan enseñanzas dignas de compartir.

La razón de vivir, destaca en el objetivo de alcanzar la inmortalidad en nuestras acciones, en nuestras amistades, en nuestra familia, y nuestra descendencia.  El fruto dulce es resultado de una vida y maduración de un ser, un árbol, un arbusto.  El hombre que pisa esta tierra y no deja muestra de su existencia  es solo hierba, vida de fuerza inútil, el hombre que deja un legado de recuerdos en familia, amistades y congéneres, es inmortal…

Sólo me queda una gran pregunta:

¿Ya Mi Vida Me Hiso Un Ser Inmortal?