¡Lo que me inspira!

jueves, 15 de abril de 2010

Brujas en el viento


De niño al anochecer siempre corría a ocultarme entre mis sábanas, me envolvía cual si fuera oruga en crisálida, procuraba con mis manos y pies sujetar aquellos blancos lienzos evitando así que se me despojara de lo que en ese entonces consideraba mi disfraz perfecto, mi camuflaje durante las tinieblas, ese que era eficaz contra las brujas nocturnas…

Tras la bendición de mis padres y sus buenos deseos para que tuviera dulces sueños comenzaba mi infierno, la luz de mi habitación se apagaba, la puerta se cerraba y lentamente los fantasmas sin rostro se acercaban a mi lecho, algunas ocasiones tenían largas extremidades, otras tantas cuerpos gigantes, nunca eran iguales, pero siempre eran aterradores.

Sus voces eran variadas, sus lenguajes incomprensibles para mi oído, pero natos para el latir de mi corazón el cual se alteraba con solo escucharles, mi cuerpo temblaba imaginando los posibles tormentos a los que me someterían los dueños de tan macabra sinfonía de barahúndas, mi respiración se entrecortaba tratando de hacer el menor ruido posible.

Escalofríos infernales abrasaban mis pies y espalda, confusión total experimentaba, llegado casi el momento de mi fin tomaba valor para de entre mi transe pedir auxilio ¡Haaaaaaaaaaaaaaaaaa Mamá Papá! Gritos desesperados dejaba liberarse de entre mis pulmones, manoteos acompañados de lagrimas rompían en capullo de las sábanas…

Quizá no siempre era así el desarrollo de mis infernales noches, pero si puedo afirmar que siempre era constante el desenlace; entrabas corriendo a defenderme, traías contigo la luz que espantaba mis temores, con tu sola presencia destruías las fantasmales figuras que me asechaban, y con tu voz regresabas la calma a mi exaltado corazón…

¡Fuera de aquí Brujas del Viento! Como se atreven a robarle el dulce descanso a este mi hijo ¡Dejen a este noble niño dormir! No hay nada en él que quisiera dirimir. Esas eran tus palabras que conjuraban la paz total, esas eran las frases que memorice y en mil ocasiones use, pero nunca en mi voz efecto tuvieron, solo en tus labios lo fueron.

En ocasiones a la mañana siguiente me encerraba en remordimientos, te veía partir cansado y abatido, sabía muy bien que luchar contra las brujas del viento era agotador, aun mas lo era consolar mi alma para retomar mi sueño, la culpa me abordaba ya que no encontraba forma de pagar tu noble sacrificio ¿Cómo puede un niño pagarle a un hombre?

Un día sin saberlo como, desperté en un cuerpo diferente, mi entidad ya no era más la de un infante, mis manos ya no eran suaves y mi voz ya no era la de un ruiseñor, era ya un hombre en un mundo de hombres, mis temores ya no estaban en la noche, habían emigrado al día convirtiéndose así en realidad, mi disfraz de tela blanca era ya inútil.

Entre a un mundo totalmente diferente al que estaba acostumbrado, este era un mundo agresivo, maligno, pecaminoso, despreciable, colmado de avaricia y codicia, un lugar digno del infierno, un lugar donde el mas mínimo error se convierte en desastre; y allí estabas tú, firme cual roble, colmado de sabiduría que me enseñarías para luchar en estas nuevas tierras.

Destino cruel, se pensaría que la muerte seria lo único que nos apartaría, nunca pensé ni por un instante que la sangre que me creo al mezclarse contigo, seria la misma que volvería tu mirada fría y malhumorada hacia mí, eres ahora inflexible, inalcanzable, eres ajeno a mi corazón y aun mas para mis recuerdos, ya no te conozco, ya no eres el padre que fuiste.

Este mundo me destruye, no puedo hacerle frente, y como podría si nunca me enseñaste esos conocimientos que tanto espere de ti ¿Cómo puede un niño volverse hombre sin su padre? ¿Cómo puede sobrevivir un hombre con alma de niño en un mundo de hombres? Nunca supe donde fue que te perdí, ¿Dónde fue que tu corazón me comenzó a odiar?

Quizá sin darme cuenta, una de esas noches que peleabas sin tregua hasta morir con las brujas del viento, una de ellas te ataco por la espalda arrancando tu corazón suplantándolo con rencor, quizá se quedo viviendo con nosotros adoptándome como su hijo, encarnándose en la que fuera mi verdadera madre, procurando llegara el día en que nos separásemos.

No sé lo que paso, pero puedo afirmarlo, las brujas nunca me hicieron el daño que tú me has hecho, las brujas nunca mataron mi corazón como tú lo has logrado, las brujas nunca derramaron de mis ojos lagrimas de dolor, las brujas nunca me odiaron como hoy lo haces, las brujas nunca lograron golpear mi cuerpo, nunca produjeron dolor sobre mi piel.

Quiero despertar de nuevo una mañana con el cuerpo que tenía hasta antes de este momento, quiero correr a ti y abrazarte para decirte lo mucho que te amo, pasar un día entero a tu lado, para cuando llegue la noche entregarme sin mayor resistencia a las brujas del viento, porque la gran verdad es que prefiero mil veces morir entre sus manos bajo tormento…

Antes que volver a escuchar de tus labios…

¡Para Mí Ya Estás Muerto!

Granada


Caminando por la vida un día mi contemplación fue robada por un anciano, era un hombre desgarbado de triste mirar que aferraba sus brazos a un canasto de mimbre, se le veía desencajado de esta realidad, pero su persona sitiada por varios vendedores característicos del día de plaza me obligo a acercarme a él para preguntar ¿Qué vendes marchante?

Pregunte vacilante ante el miedo de una mala cara, pensando que quizás así podría comprar su oferta sumando de paso una ayuda monetaria a tan desvalido hombre, y es que no era fácil contemplar estampa tan triste tirada en el suelo, mucho menos era mi intención ofenderle con una limosna, pero verle aferrado a un cesto cual naufrago a madero de su barca importunada, fue motivo suficiente para preguntar.

-Granadas Joven, son granadas lo que este anciano le ofrece, permítame darle la prueba sin compromiso de compra claro esta…

De forma torpe tomo uno de los frutos y con acopio de fuerza partió la piel de tan complejo fruto, con un giro digno de un origamista partió el fruto dejando su rojizas semillas expuestas.

-Tome Joven, ahora ya puede probar.

Nunca antes en mi vida tuve oportunidad de degustar semejante fruto, mil ocasiones le escuche como ingrediente de recetas de cocina y en otras pude verle creciendo en arbustos en casonas, y hasta parques públicos, pero nunca le probé, mi ignorancia fue visible al morder el corazón de esta fruta al creer que sería suave y repleto de pulpa cual naranja o durazno.

Las semillas crujieron entre mis dientes, un amargo gusto se escurrió en mi paladar al moler la blanca piel que les sujetaba en comuna, las sensaciones diversas que se desencadenaron en mi cuerpo deformaron mi rostro colmándolo de muecas.

-je je je je je je No joven así no se come este fruto, hay que apartar la piel blanca de las semillas para después sorber el delicado revestimiento que poseen.

Fue entonces que el rostro de este hombre cansado se ilumino, y cual ave que emprende el vuelo tras sanar de una caída así él se levanto del suelo, tomando una cantinflora de entre sus ropas se dispuso a ofrecerme un trago de agua para pasar tan amargo momento.

Tras tal experiencia me dispuse a degustar de nueva cuenta la granada, pero en esta ocasión aplicando las enseñanzas del marchante, fue cuando realmente pude apreciar el dulce y a su vez acido zumo de tal fruto. Sin perder mi objetivo inicial ofrecí un pago por tales mercancías, pero el señor solo me miro y sonriendo tomo de su sesta unas cuantas granadas más para ofrecerlas si cuota alguna.

-No me debe nada joven, es este servidor el que le debe a usted. Gracias joven por alegrarle la vida a este hombre, por traerle el recuerdo de una juventud pasada ¡Gracias!

Tomando su cesto del suelo se encamino hacia la multitud que pasaba en la calle, perdiéndose poco apoco en la distancia cual barcaza que se aleja del puerto le perdí. Mis sentidos no terminaban de asimilar lo ocurrido, no sabía a que hacía referencia el señor, o siquiera si le había sido ofensiva mi reacción.

Tiempo después pase por el mismo lugar pero el señor ya no estaba, preguntándole a los vendedores intrigado por su paradero, me entere que al poco tiempo de aquel día que le encontré, su cansado andar culmino.

-Siempre se sentaba en ese espacio, nunca vendía nada, no gritaba ofreciendo sus granadas, sólo se sentaba y esperaba a que alguien se aproximara a él, contaba que ese tipo de clientes eran los que valían la pena atender, NO aquellos que prácticamente uno acosaba con gritos, creo estaba enfermo de la mente porque juraba que cuidaba corazonesm, y que por ello no podía ofrecerlos a quien no los mereciera, pobre hombre que Dios lo tenga en su gloria…



Esas fueron las palabras que obtuve de una mujer que ofrecía en la vendimia quesadillas y tostadas…



________________ † _________________



¡Granada!

Corazón que en la juventud esta encumbrado de una flor de rojo intensó, seducción que comienza como un capullo, tímido, frágil, en forma de estrella despide rallos rojizos que lentamente se extienden.

Corazón que con el tiempo pierde sus fragantes y ostentosos velos, en presencia de la tempestad o la suave briza, no hay discriminación para tal ocasión, solo el fin es lo común

Corazón que con el tiempo se cierra, reteniendo así en su interior el rojo fulgor de su inicio cual recuerdo de su juventud, testigo intimo en su ser de lo que alguna vez reflejo su exterior

Corazón que crece día a día protegiendo en su interior las promesas de un futuro

Todos en este mundo somos granadas, nuestros cuerpo cambian con la edad pero nuestro corazón es el que inmutable conserva el origen de nuestro ser, crece y se expande, se rodea de amargos momentos pero sigue aferrado a su dulce esencia, crece y se expande con momentos de alegría y de dolor.

Con el tiempo se suelta de su rama que le cobijaba, estrellándose en el suelo libera su contenido asegurando así un legado de su ser, dulce y amarga cobertura se funden como alimento del nuevo corazón, así pasamos nuestra vida creciendo solo hay una duda ¿Quién abrirá nuestro rojo corazón? ¿A quién daremos nuestros dulces momentos?

Esperamos sin saberlo a ese ser que agasajaremos con lo mejor de nuestra persona, y buscamos sin notarlo el fruto perfecto que nos alimente, nada debo a la vida, mantengo mi alma en paz porque igual nada me debe, solo espero en mi rincón sereno y paciente, solo espero…