De mañana, en tarde o noche, no hay distinción ni
preferencia en el horario. Llegas sin previo aviso, llegas sin importar la edad
del cuerpo o el alma.
Tu perfume fatídico, es la caricia que marchita el alma y
descompone al ser. Maldición divina del alma. Bendición mundana de todos los
cuerpos.
Pasas de largo dejando estela seductora de neuronas, espejismo
que incita y corrompe la razón. Titiritero que amarra las articulaciones y las mueve
al compás del capricho.
La Inhalación, preludio, sentencia mortal. Bocanada de aire
que inunda las profundidades del cuerpo, hinchas los pulmones y obligas al físico
despegar los pies del suelo.
Torrente venenoso que se escurre directo al corazón, dicotomía que desintegra una de las
existencias, y obliga a la búsqueda del complemento.
Alba y crepúsculo, transformas la realidad en terreno desconocido.
De suelo firme creas la arena movediza,
y de barrancos el puente traicionero.
Robas el sueño de todas tus victimas dejando en su lugar insomnio
y tormento. Hoguera infernal que arroja brasas ardientes, hieres, flagelas,
marcas.
Inspiras sueños, inspiras pesadillas…
eres veneno que al consumirse por primera vez, encarnas la adicción insaciable,
el infierno y el paraíso
Por doquier salpicas las pieles con profundas llagas, que
sólo encuentran alivio en el tacto ajeno. Sed, hambre, deseo insaciable que se
renueva.
Labios que prueban
mieles, se saturan, se pierden en la bastedad de la piel, se funden en la
igualdad del deseo, del sueño, del ecuánime.
Piel a piel, sangre a sangre, alma al alma, se buscan, se
necesitan, se desean, se consumen, se extinguen, se inmortalizan en la eternidad.
Dotas de magnetismo
incontenible, a los dedos, a los ojos, a los labios, a las libídines. Rompes las
reglas de lo lógico, del tiempo y del espacio.
De polos opuestos, de polos iguales, donde uno, donde dos,
donde tres… no hay distinción, todo sucumbe y es permitido en tu candor.
Despojas por igual la
prenda fina y el harapo de la piel, blanca o negra, el color no importa, tersa o
cortada por el tiempo, la necesidad es igual.
Miles te buscan sin encontrarte en su diario recorrer, miles
más pretenden esconderse sin lograrlo, y muchos más vivirán sin saber de ti.
Saturas de luz a quienes
te comparten y se corresponden, sumerges en el infierno a quien se aferra al
imposible o inexistente.
Eres adicción que funde parejas, concibe amantes, voyeristas,
y almas solitarias. Contigo la continuidad, sin ti la extinción…
Diosa o demonio, tu paso por la senda de la vida es total,
dichosos los que viven de tu mano, y comen regocijados de tus manjares.
Demonio o diosa, almas dichosas de aquellos quienes pasas
sin perturbar, de quienes olvidas, de quienes ignoras….
Jamás tu tormento conocerán.