¡Lo que me inspira!

viernes, 9 de abril de 2010

Enseñanza de Vida, Anterior a la muerte



Un día en el bosque, escuche un árbol caer, el acto duro escasos segundos, el rugido que emitieron las cansadas raíces, cediendo al ser arrancadas de la tierra fértil que le dio cobijo, las ramas quebrándose, los trinos desesperados del miles de pajarillos, y un barullo de hojas al viento, hiso estremecer los latidos de mi corazón.

Las aves que habitaban en los nidos que eran sostenidos por las ramas de este majestuoso ser, se vieron forzadas a levantar el vuelo, muchas de ellas impotentes vieron morir a sus polluelos que aun no sabían volar, o que siquiera habían nacido, otras tantas perdieron su hogar, y solo Dios sabe que más criaturas se vieron afectadas o en la misma situación.

Los rayos del sol se dejaron escurrir a través del espacio que en el cielo boscoso se abrió, la luz ilumino la tierra revuelta que quedo desnuda de toda hoja o posible verdor, solo destrucción pude apreciar, solo muerte pude contemplar, ramas rotas, aves muertas, nidos destrozados, y un vacio inmenso que hacía ver a este bosque como un rompecabezas incompleto.

Tiempo después regrese a ese paraje, por un momento temí ver la estampa de ese día, no sé el porqué, pero tenía que ver el final de este árbol, quería ver que era de su tronco, que era de este espacio de muerte, pero no pude encontrar ese árbol caído, busque por un largo periodo, recorrí las márgenes que calculo mi mente, algo en mi corazón me exigía regresar a este punto, algo en mi alma pedía a gritos retornar, desilusionado y cansado decidí reposar sobre un tumulto de pastos.

Mi corazón se encontraba entristecido, ¡No pude encontrar al árbol caído! Mi mano dio un golpe en el suelo y cual reclamo, del pasto broto un ruido hueco, sorpresa inmensa me tomo desprevenido, al percatarme que bajo mi cuerpo se encontraba ese enorme árbol caído, pero ya no tenía solo destrucción en su alrededor, había muchos árboles visiblemente más pequeños y muchos más germinando a partir de las semillas que dejo caer este amigo al sucumbir.

La tierra revuelta ahora se encontraba repleta de pastos frescos, los cuales se alimentaban de la luz que entraba a través del espacio que dejo descubierto la copa del árbol, Sí, ese árbol, ese que ahora descansaba postrado en suelo, las aves colmaban de nidos ensalzados con el canto de sus trinos todas las ramas de los arboles aledaños, los mismos que tiempo atrás presenciaron la caída de su amigo, era irreconocible el paraje.

Fue cuando comprendí algo tan grande:

Dios me estaba dando una enseñanza de vida, una que se repite desde el comienzo de nuestro mundo y que continuara hasta el fin de los tiempos, La muerte no es el fin, es solo el comienzo de miles de historias, historias que igual fueron anterior a una muerte y vieron sun fin en una, así como la de este árbol. Algún día nuestros cansados pies ya no nos podrán mantener en pie, tal i cual raiz adentrada en la tierra, y así como rugió el bosque al perder uno de sus integrantes, así mismo nuestros seres queridos lloraran, romperán el silencio con sus lamentos causados por nuestra partida.

Como en su momento en el árbol las aves volaron dejando atrás sus polluelos, quedando destrozadas tantas promesas de vida, así en nuestro final mil esperanzas, sueños, anhelos, deseos, planes a futuro, y un largo etcétera, quedaran muertos y cortados de tajo, con nuestra partida pararemos el mundo y cambiaremos las vidas de los que nos rodean.

Pero así como el bosque re enverdeció, cubriendo la tierra desnuda con pasto fresco, y el mismo bosque contempla los retoños de este árbol caído, así nuestras vidas deberán de ser, ¡No lo digo solo yo! La vida es así, así es nuestro camino, esa era la enseñanza que se me dio, no podemos quedar contemplando el árbol caído, aunque su partida nos deja un gran vacío, porque con su caída nuevas promesas retoñaran, nuevas ilusiones vivirán, y un nuevo comienzo se dará.

La herida tardara en cerrarse, el dolor tardara en calmarse, pero existe la promesa divina de que en el mañana nuevamente la alegría retornara.

Porque en cada semilla existe la promesa de vida, la promesa de una flor, la promesa de un comienzo, y la promesa de un final y un adiós, así mis días terminaran en algún momento, dichosos los primeros que se fueron porque serán los que nos reciban y mostraran el nuevo mundo, serán guías y protectores de la nueva vida, dichosos los últimos que se marchen por que serán los que recibirán la mayor bienvenida elaborada por todos los que se fueron antes...

Perséfone



Despierto con el suave aroma de la matutina brisa, mis ojos hinchados parpadean sin cesar tratando de lubricar mis pupilas secas y dolientes ante tanta luz, un suspiro acompañado de un profundo bostezo anuncia el inicio de un nuevo día.

Una crepitación recorre todo mi cuerpo al estirar mis músculos tras el letargo de esta noche que culmino, giro mi cuello tratando de que este retome su movilidad, nuevamente se hace presente un gran bostezo y concluyo estirando mis brazos.

Deslizándome entre mis sabanas trato de salir de mi lecho, deslizándome en mi habitación tomo una bata de baño y busco en el suelo mis suaves pantuflas ¿Sera hoy el día en que le vea? Suspiro tras expresar mi pensamiento en voz alta.

Bajo los escalones que me conducen a una pequeña estadía, prosigo mi camino hacia un pequeño patio trasero donde anhelo verle hoy ¿Sera hoy el día en que le vea? Nuevamente mi corazón me obliga a expresar en palabras su sentir de zozobra

Tras un rechinido la puerta que me aparta de su estampa se abre ¡No aun no ha venido! Desilusionado mi corazón me obliga exclamar al viento mi incomodidad ¡Sé que algún día tendrá que venir! Y alejándome de la puerta me encamino al lugar donde esperaba encontrarle.

¿Cuándo vendrás Perséfone? mis lágrimas son arrastradas por el resoplo matinal, mi corazón es alentado a esperar un poco más su llegada después de todo la paciencia es una virtud de los Dioses, obligándome a sonreír para mostrar una mejor cara decido continuar con mi diario proceder.

En mi mente se crean incontables interrogativas ¿Cuándo vendrás Perséfone? ¿Qué es lo que está pasando? ¿Por qué aun no emerge esa rosa que plante? ¿Será que mis cuidados no son suficientes? ¡Quizá estoy presionándola mucho! ¿Por qué te niegas a venir Perséfone? Día tras día contemplo esa vasija vacía en espera de su flor.

Sin tener respuestas que callen mis lacerantes dudas continúo este día, un día más que será agregado a la gradilla de los días infructuosos, suspirando me creo la ilusión de que mañana venga por fin Perséfone, sin tener consuelo más que el de la esperanza prosigo con mi ritual matinal.

Una regadera empapa mi cuerpo despojándolo de la pereza que aun poseía, no pasa desapercibida en mi la idea de quizá así se encuentre la semilla que plante, quizá se deleite con las frescas aguas que deposito sobre ella, pero nuevamente me asalta la duda ¿Por qué no bienes Perséfone?

Una suave toalla retira la humedad de mi cuerpo dejándolo listo para ser cubierto con las ropas que usare ¿Quizá la tierra que posee mi semilla es estéril? Percepción inmediata que es desatada por el tibio recorrer de la tela de una camisa en mi piel. ¿Cuándo vendrás Perséfone? ¡Ven pronto!

Termina con este invierno y has emerger de la tierra la rosa que espero impaciente ¿Por qué dilatas Perséfone? Ya es tiempo de que mandes una señal de confirmación, algo que me aliente y me indique que mis rezos son escuchados.

Veme aquí como tu madre Deméter, sufro tu ausencia e imploro tu regreso, deja a tu señor Hades Dis Pater Orcus, y trae contigo la primavera que añoro ¿Cuándo vendrás Perséfone? ¿Qué no ves que estoy envejeciendo? Mi tiempo está corriendo y cada día que te niegas a venir es un día menos en mi vida.

Te imploro Perséfone, no te pido abandones del todo a tu Esposo Rey del Inframundo, solo hazme una visita que deje de recuerdo la rosa que tanto anhelo, te ruego te apiades de mi sincero corazón, no pretendo tomar tu corona como Reyna del inframundo, ni mucho menos abusar de tus favores.

¿Cuándo vendrás Perséfone?