Pluma de canario, que bailas con los céfiros en rededor de profunda pupila castaña, sin pretender ser ala que acaricie las nubes, remontas las alturas sin despegar del suelo. Los vientos del mundo mueven las plumas de tu colorido abanico, pero eres veleta que se gobierna por otro maestro que surca el cielo. Fiel cortesana que acude a su llamado de verano y principio de otoño.
Pluma de canario, mirada expectante que persigue la luz del nuevo día con impaciencia, mirada que se multiplica atiborrando laderas y parajes con explosión de áureos. Constelaciones bordadas en el manto terrestre, trozo de cielo descendido a los mortales. Intercambio incesante de miradas, ladrona descarada. Estrella apócrifa de fulgor diurno que captura la vista sin intención de cegar.
Pluma de canario, que vuelas a nuevas latitudes inconsciente de tu fortuna. Pieza central que adereza la mesa de cualquier hogar, y alegras la mirada de cualquier comensal. Amarillo fulgor, que reposas apacible en los filamentos de sedosas cabelleras, o complementas el ajuar de la inocencia y la alegría. Permutación de lo tangible a lo intangible, Inspiración del pensamiento y palabra.
Pluma de canario, terciopelo seductor de diseño intrincado, pluma que se pierde en el ocaso. Muerte inevitable que te obliga bajar la mirada. Frío inclemente que con egoísmo roba tus colores, remplazándolos con grisácea austeridad. Codiciado legado, panal de abejas, puñales ocultos en vainas que giran en espira perfecta. Alimento y deleite de millardos, promesas de nuevas plumas.
Pluma de canario, bendita sea tu presencia en mis terrenos. Colmas mi mirada de colorido, y confortas a mi corazón con tus últimos destellos. Engolosinas mi alma a la vida, para así soportar el frio toque del invierno. Pluma de canario, eres el último vestido que lucirá la tierra antes de quedar desnuda en este gregoriano…
