¡Lo que me inspira!

jueves, 18 de agosto de 2011

Corazón Alquimista




Recorres los oscuros pasillos de este intrincado recinto. Tus manos cortadas por el paso del tiempo son matizadas por la tenue luz de una candela,  vacilante en la noche tiembla y se aferra a un pabilo. Parafina mecida con el balanceo arrítmico de tu cuerpo cansado.

¡No puedes faltar a tu edicto habitual, eres prisionero!

Un rechinido estrepitoso cual violín desafinado rompe el silencio, una puerta cede ante la escasa fuerza  de tu mano, y ante ti, un aposento sombrío se matiza de colores sepia a la par de tu paso. Cristalerías resplandecientes, contenidos  multicolores que tímidamente brillan.

¿Qué te aferra a mantener impulso rítmico en  tu jornada?

Un baile de luces comienza a surgir. De la tenue luminaria que en tus manos portaste por los pasillos oscuros de esta morada, miles más surgen, se depositan y se aferran a miles de lasos encerados ¡Coronas ardientes de reyes de parafina! Capas blancas que se escurren al suelo. 

¡Contempla la grandeza de tu labor, que con los años crece!

La luz trae a la vida los coloridos matraces, sus contenidos se visten de gala y así como lo hicieron la primera vez tras su creación, vuelven a fulgurar cual si fuese revivido ese momento. Eres el padre de todos y cada uno de los recipientes que aquí se encuentran, no hay distinción, pero si apego.

Recordar es vivir, recordar es morir, recordar es crecer.

Echas un ojo al cielo, y contemplas a través de la oscura noche la posición de los señores del azar, sus tintineantes fulgores te auguran una buena jornada, y en tus labios una descolorida sonrisa tímidamente aflora. ¡Hoy!  Hoy quizás logres el imposible que nunca imaginaste, pero tanto deseas.

¡La fortuna es una musa caprichosa! En sueños nos seduce.

Apresurado y sólo limitado por tu vejez,  procedes a revisar la temperatura de tu atanor, horno filosofal, fiel compañero de trabajo, incansable pieza primordial de tu laboratorio, figura tangible que cual espejo espiritual refleja el paso del tiempo en sus paredes calcinadas. Su cuerpo es mi cuerpo.

¡No hay tiempo que perder, la vida es un instante que rápido se consume!

De tus labios escapa una voz profunda cual trueno en la nube, esparces palabras en rededor esperando ser escuchadas. ¡O señor Paracelso! Maestro de la sal, mercurio, y azufre, permíteme con este fuego, descubrir el cuarto elemento y permutar el alma en pureza y eternidad.

¡La soledad nos adosa a las divinidades!

Un fuelle da aliento de vida al fuego que yace en las entrañas de tu atanor, durante el día puedo escuchar los ecos rítmicos de sus compresiones sin fin. Las lenguas abrasivas, calientan  las cenizas de mis miedos, alegrías, dolor,  pasiones, y un sinfín de emociones pasadas que en tus manos fueron sintetizadas o hechas polvo.  Poco a poco se templan a la temperatura que esta noche has considerado ideal.

¿Cómo saber lo que es vivir, sin experimentar las emociones?

Matraz, crisol portador del conocimiento, copa de sangre que revolotea ante a los caprichos de la temperatura,  sobre una cama de ceniza caliente reposas cual huevo en incuba, ¡Apiádate de este viejo ser que te contempla ansioso! Otórgale el tan esperado resultado que cambiara su existencia, y evita que mi razón se siegue.

El odio es fuego, el amor es fuego. Miedo es frio, insensibilidad es frio…

Espera, tiempo de paciencia que remonta al recuerdo  y precipita la lluvia de fracasos anteriores. Materiales,  elementos carentes de variedad en esencia, pero siempre volubles en cantidad. Proceso,  ciclo determinado por la maestría puesta a prueba, ensayo constante de error y acierto. Resultados, fruto de nuestras decisiones y el trabajo, bueno o malo, siempre dejara conocimiento. 

¡Tus fracasos son sólo preludios del éxito!

La transmutación se efectúa justo a tiempo, el sol del nuevo día no tardara en salir  ¡Es hora de ver los resultados! Experiencia y aprendizaje acuden juntas de la mano a danzar alrededor de semejante festín, te toman por los brazos y te obligan a seguirles sus pasos, seducen, engañan, emocionan, decepcionan, amor y odio.

No hay acción sin una reacción.

Tu enojo explota en todo lo ancho y largo del laboratorio, ¡un crisol más que revienta  vanamente! No fueron buenos los elementos que recolectaste un día antes, todo tu trabajo fue inocuo. No has logrado depurar en esta alma un buen recuerdo y convertirlo en oro, pero guarda consuelo en tus cansados ojos viejo corazón alquimista, porque este fracaso te ha acercado a ti mismo a la purificación que tanto necesito.

El tiempo ¡No cura nada! Sólo entierra en las sombras del olvido. Depurar emociones sana.

Es un nuevo día, las luces de las parafinas se duermen cual abanico que se cierra, pero  tu atanor jamás se apaga, ¡No mientras yo viva y te exija ímpetu y hálito! Caminas a las afueras del reciento que te vio trabajar, y comienzas tu tarea diurna, ¡Recoger de este mundo todo lo que está a tu alcance! El destino determinara la cantidad y el azar dirá el que.

¿Qué son los sentimientos y emociones? No sé su tangible textura pero siento su presencia.

¡O amado corazón, maestro de la alquimia! Sigue trabajando durante el día recolectando emociones, y en la oscuridad de la noche, crea con ellas recuerdos dulces y brillantes cual oro puro, o amargos y lúgubres cual azufre.  Mis fantásticos sueños, o aberrantes pesadillas, sé que son causados por los vapores alucinantes, desechos de tu trabajo empeñado e interminable.

Mientras viva, tu labor no tendrá fin ni descanso alguno.

Tu misión impuesta desde mi creación, sin discusión, sin optativa, hacerme vivir plenamente, purificar mi alma para alcanzar la inmortalidad, y quizás con el tiempo permutarme mi buen corazón de carne en oro macizo ¡No te rindas maestro alquimista! Aun te queda mucho por hacer, y mucho por recoger en este mundo.